domingo, 16 de noviembre de 2008

El trabajo voluntario: un legado convertido en tradición.


Por: Haydeé Hernández Carrillo

La primera jornada de trabajo voluntario en la Historia de la Revolución Cubana se produjo el 22 de Noviembre de 1959, por iniciativa del insigne Comandante Ernesto (Che) Guevara, suceso que se convirtió en una tradición para todos los cubanos.

El acontecimiento tuvo lugar durante la construcción de la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” en el Caney de las Mercedes, en un territorio que hoy se encuentra situado en la provincia de Gramma.

El llamado a la participación voluntaria en la obra, realizado por el Che, fue una medida de carácter ideológico contra los elementos contrarrevolucionarios que pululaban dentro del campesinado cubano incitándolos a la escisión del resto de los sectores sociales.

Ese día de 1959, cientos de hombres y mujeres, pertenecientes a diversos estamentos del pueblo cubano, juntaron sus manos en aras de la edificación de la “Patria Nueva” bajo el emblema de la unidad revolucionaria.

En conmemoración de aquel hecho y en homenaje a su principal protagonista, cada año la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) convoca una jornada voluntaria a finales de noviembre, el domingo más próximo al día 22, hecho que se ha convertido en una práctica habitual.

Resulta habitual en nuestra nación, la movilización de profesionales, obreros, campesinos y estudiantes de cualquier género para la realización de trabajos voluntarios. Ya sea en centros laborales, en actividades productivas o como parte de la comunidad, el pueblo contribuye con su aporte al desarrollo de la sociedad.

Este año la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Central Trabajadores de Cuba (CTC) están convocando a niños, jóvenes estudiantes, amas de casa y trabajadores a impulsar la recuperación de la economía tras el paso de los huracanes Gustav , Ike y Paloma que azotaron el territorio nacional.

A pesar de los detractores de las prácticas laborales voluntarias, somos muchos los que luchamos como dijera el Che “por darle al trabajo esta nueva categoría de deber social y unirlo al desarrollo de la técnica, por un lado, lo que dará condiciones para una mayor libertad, y al trabajo voluntario por otro, basados en la apreciación marxista de que el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía”[1].

[1] Ernesto Che Guevara, Escritos y discursos,”EL socialismo y el hombre en Cuba” Tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977.

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