viernes, 13 de mayo de 2011

TRADICIONES QUE NO SE OLVIDAN


Por : Haydée Hernández Carrillo y Celia Haydée Lamorú

Dicen que la belleza de un árbol depende de la fortaleza de sus raíces. En la génesis de la nacionalidad cubana, las tradiciones campesinas fueron fundamentales.

Mucho debe la cultura a aquellos que durante siglos habitaron en los campos de la Isla. Los guateques y parrandas; bailes como el zapateo y el papalote, hicieron mover los pies a más de uno y sirvieron de inspiración a varios pintores.

Platos como el congrí oriental, los tostones y el puerco asado en púa, caracterizan la comida cubana y se originaron en las cocinas de nuestras campiñas.
La espinela, viajera peninsular, llegó para quedarse y fue inmortalizada en los versos de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé.

MÁS QUE UN RECUERDO CASUAL

Las costumbres NO son resultado del saber académico, sino el cúmulo de la vida material y espiritual del pueblo.

La Jornada Cucalmbeana, programas televisivos como PALMAS Y CAÑAS y el Festival de Tradiciones Campesinas, son formas de avivar el interés de las nuevas generaciones en esa parte del patrimonio cultural.

Sin embargo, NO basta con un programa que hable sobre la belleza de nuestros campos. Los jóvenes deben escuchar el canto del sinsonte, sentir los susurros del viento en el palmar y ver un amanecer en el lomerío.

La única forma de preservar las tradiciones campesinas es llevándolas en el corazón. Ellas son parte indisoluble de nuestra nacionalidad.

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