lunes, 24 de noviembre de 2008

Manuel (Piti) Fajardo Rivero: un combatiente extraordinario


Por Haydee Hernández Carrillo

En la construcción de la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” participaron las manos de todo un pueblo: obreros, campesinos y soldados, se afanaron codo a codo por llevar a cabo la edificación de la primera obra social de la Revolución.

Al frente de los trabajos de construcción y como Jefe de Operaciones de la Sierra Maestra se encontraba un revolucionario excepcional: El Comandante Manuel (Piti) Fajardo Rivero, uno de los hombres más destacados en las luchas por la liberación nacional.

Piti, como cariñosamente lo llamaban quienes lo conocían, desde temprana edad mostró su humanismo revolucionario: condenó la discriminación racial de que eran objeto los afros- norteamericanos; en su elección vocacional prefirió seguir una carrera que le permitiese ayudar a los demás en cuanto le fuese posible y se convirtió en uno de los mejores médicos de su época.

Por sus excelentes notas, al concluir los estudios en la Facultad de Medicina en 1955, a Manuel Fajardo se le adjudica una plaza de cirujano residente, pero ante males que causaba la tiranía corrupta dentro de la población cubana, decide prestar servicio en su natal “Manzanillo” y regresa a Oriente para trabajar junto al doctor René Vallejo en la clínica “la Caridad”.

Entrañable amigo de Celia Sánchez Manduley, profesaba el mismo fervor revolucionario, circunstancia que sin dudas lo llevó a conspirar contra el régimen de Batista a favor del movimiento 26 de julio, actividades en las que también participaba Vallejo.

Ambos galenos se encargaron del auxilio a los combatientes heridos y les brindaron refugio dentro de su modesto hospital. Una delación a los esbirros de Salas Cañizares sobre las acciones clandestinas de estos médicos, llevó al alistamiento de Manuel (Piti) Fajardo dentro de las fuerzas del Ejército Rebelde el 24 de Marzo de 1958.

En el frente de lucha, Piti Fajardo hizo gala de su valor personal, porque además de continuar prestando servicios como médico, participó en los combates de Santo Domingo, Providencia, Cuatro Caminos, Cerro Pelado y El Salto, entre otros, fue jefe del arsenal de guerra y contabilidad de los equipos, destacándose como estratega militar durante las acciones que ejecutó el Ejército Rebelde para impedir el cerco de la tiranía a las columnas invasoras de Camilo y el Che.

Como miembro del IV frente oriental “Simón Bolívar” organizó las comunicaciones, el hospital, participando en las operaciones militares.


Al triunfar la Revolución se incorpora al ejercicio de la medicina, primero como director del hospital de Manzanillo, luego del hospital militar de Santiago de Cuba, representó al país en un congreso de medicina militar celebrado en la ciudad de Porto Alegre en Brasil, fue Jefe de Operaciones de la Sierra Maestra responsabilizándose con la construcción de la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” participando en su inauguración el 26 de julio de 1960.

Por su hidalguía como combatiente y su laboriosidad ante las tareas que le encomendara la Revolución, alcanzó el grado de Comandante, la más alta distinción del Ejército Rebelde.

Con un fusil en la mano, según las palabras del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, Manuel (Piti) Fajardo fue a combatir a las bandas armadas que pululaban en el Escambray, cayendo víctima de una emboscada el 29 de Noviembre de 1960 cumpliendo la última misión que le asignara la revolución.

A 48 años de su caída en combate, los cubanos podemos decir que Manuel (Piti) Fajardo es más que una figura histórica porque representa un conjunto de valores que son parte de nuestra sociedad y que se encuentran vigentes en nuestros galenos que desinteresadamente brindan su ayuda para salvar vidas dentro y fuera del territorio nacional, en los jóvenes que luchan por la consecución de sus ideales y en aquellos que trabajan por el mejoramiento social.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El trabajo voluntario: un legado convertido en tradición.


Por: Haydeé Hernández Carrillo

La primera jornada de trabajo voluntario en la Historia de la Revolución Cubana se produjo el 22 de Noviembre de 1959, por iniciativa del insigne Comandante Ernesto (Che) Guevara, suceso que se convirtió en una tradición para todos los cubanos.

El acontecimiento tuvo lugar durante la construcción de la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos” en el Caney de las Mercedes, en un territorio que hoy se encuentra situado en la provincia de Gramma.

El llamado a la participación voluntaria en la obra, realizado por el Che, fue una medida de carácter ideológico contra los elementos contrarrevolucionarios que pululaban dentro del campesinado cubano incitándolos a la escisión del resto de los sectores sociales.

Ese día de 1959, cientos de hombres y mujeres, pertenecientes a diversos estamentos del pueblo cubano, juntaron sus manos en aras de la edificación de la “Patria Nueva” bajo el emblema de la unidad revolucionaria.

En conmemoración de aquel hecho y en homenaje a su principal protagonista, cada año la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) convoca una jornada voluntaria a finales de noviembre, el domingo más próximo al día 22, hecho que se ha convertido en una práctica habitual.

Resulta habitual en nuestra nación, la movilización de profesionales, obreros, campesinos y estudiantes de cualquier género para la realización de trabajos voluntarios. Ya sea en centros laborales, en actividades productivas o como parte de la comunidad, el pueblo contribuye con su aporte al desarrollo de la sociedad.

Este año la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Central Trabajadores de Cuba (CTC) están convocando a niños, jóvenes estudiantes, amas de casa y trabajadores a impulsar la recuperación de la economía tras el paso de los huracanes Gustav , Ike y Paloma que azotaron el territorio nacional.

A pesar de los detractores de las prácticas laborales voluntarias, somos muchos los que luchamos como dijera el Che “por darle al trabajo esta nueva categoría de deber social y unirlo al desarrollo de la técnica, por un lado, lo que dará condiciones para una mayor libertad, y al trabajo voluntario por otro, basados en la apreciación marxista de que el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía”[1].

[1] Ernesto Che Guevara, Escritos y discursos,”EL socialismo y el hombre en Cuba” Tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977.